miércoles, 3 de junio de 2009
Encamino mis pasos hacia el palmeral, la senda que despide y da la bienvenida a todos los que trasiegan entre la vieja ciudad portuaria y el resto de lejanas comarcas. A los lados, los hogares silenciosos de sus habitantes, son el mudo testigo de mi partida. Las blancas fachadas de abedul, talladas con los intrincados misterios de los artesanos elfos, reflejan los últimos rayos del astro crepuscular, ya adormilado.
martes, 2 de junio de 2009
lunes, 23 de marzo de 2009
Vuelvo la vista atrás, a modo de despedida, de la tierra que es mi madre, la ciudad de Maerkaz. En mi corazón quedara dormida, recogida en el abrazo de las montañas que la rodean. Su olor a mar, ese milagro azul que tanto echaré de menos, y sus pinares, silenciosos compañeros hasta mi lejano destino, me envuelven en mil fragancias, transportándome a esos días perdidos en sus calles que ya no volverán. Nunca hasta ahora, había percibido el brillo mágico que desprende Maerkaz en sus atardeceres marinos. Quizás es la melancolía, el sentimiento oculto, temer no verlo mas.
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